El cuerpo humano

Guía para ocupantes

“Parpadea 14.000 veces al día; tantas que en total tenemos los ojos cerrados durante veintitrés minutos diarios en nuestro horario de vigilia.”

“En el segundo de tiempo transcurrido más o menos desde que ha empezado a leer esta frase su cuerpo ha producido un millón de glóbulos rojos. Ya están desplazándose a toda prisa por su interior, circulando por sus venas, manteniéndolo vivo. Cada uno de esos glóbulos rojos recorre vibrando nuestro cuerpo unas 150.000 veces, transportando oxígeno repetidamente a las células, y luego, magullado e inútil, se entregará a otras células para ser silenciosamente eliminado por nuestro bien mayor.”

“Nuestros pulmones, extendidos, cubrirían una pista de tenis, y las vías respiratorias que contienen llegarían de Londres a Moscú. La longitud de todos nuestros vasos sanguíneos daría dos veces y media la vuelta al mundo. Pero la parte más extraordinaria de todas es nuestro ADN. Tenemos un metro de él empaquetado en cada célula, y tantas células que, si empalmáramos todo el ADN de nuestro cuerpo en una única y fina hebra, esta se extendería a lo largo de más de 15.000 millones de kilómetros, más allá de Plutón. Piense en ello: hay lo suficiente de usted como para abandonar el sistema solar. Somos, en el sentido más literal, seres cósmicos.”

“El ADN es extremadamente estable. Puede durar decenas de miles de años. Hoy es lo que permite a los científicos llegar a conocer la antropología del pasado más remoto. Probablemente, nada de lo que el lector posee en este momento —ni una carta, ni una joya ni una preciada reliquia familiar— seguirá existiendo dentro de mil años, pero casi con toda certeza su ADN seguirá estando en algún sito.”

“Todos los componentes del genoma tienen un único propósito: mantener vivo el linaje de nuestra existencia. No deja de ser una lección de humildad pensar que los genes que llevamos son inmensamente antiguos y posiblemente —al menos hasta ahora— eternos. Nosotros moriremos y desapareceremos, pero nuestros genes seguirán y seguirán mientras nosotros y luego nuestros descendientes continúen produciendo descendencia.”

“Para que usted o yo estemos aquí ahora, cada uno de nuestros antepasados ha tenido que transmitir con éxito su material genético a una nueva generación antes de extinguirse o de verse apartado de algún otro modo del proceso procreador. Es una auténtica cadena de éxitos.”

“Nadie sabe cuántos tipos de proteínas tenemos, pero las estimaciones van de unos cientos de miles a un millón o más.”

“Con frecuencia se compara el cuerpo con una máquina, pero en realidad es mucho más que eso: trabaja las veinticuatro horas del día durante décadas sin necesidad (en su mayor parte) de un mantenimiento regular o la instalación de piezas de repuesto; funciona con agua y unos cuantos compuestos orgánicos; es suave y bastante bonito; resulta convenientemente móvil y flexible; se reproduce con entusiasmo; cuenta chistes, siente afecto, y sabe apreciar una encendida puesta de sol y una refrescante brisa. ¿Cuántas máquinas conoce que sean capaces de hacer algo de eso? No hay ninguna duda: somos una auténtica maravilla.”

“Se estima que cada día entre una y cinco de nuestras células se vuelven cancerosas, pero el sistema inmunitario las captura y las mata.”

“Nuestro cuerpo es un universo de 37,2 billones de células”

“La superficie más externa de la epidermis, la denominada capa córnea, está compuesta íntegramente de células muertas. Resulta una idea fascinante que justo aquello que nos hace más encantadores esté muerto.”

“Perdemos piel de manera copiosa, casi irresponsable: unos 25.000 «copos» por minuto, es decir, más de un millón cada hora.”

“La gente también considera que las píldoras rojas actúan más deprisa que las blancas, mientras que las de color verde y azul tienen un efecto más relajante.”

“El único problema de los placebos es que, aunque a menudo resultan eficaces en aquellas dolencias sobre las que nuestra mente ejerce algún control, no pueden ayudarnos en nada con aquellos problemas que escapan a nuestro nivel consciente. Los placebos no reducen los tumores ni eliminan la obstrucción de las arterias. Pero, para el caso, tampoco lo hacen los analgésicos más agresivos, y al menos los placebos nunca han enviado a la tumba a nadie antes de tiempo.”

“Que una enfermedad se convierta o no en epidemia depende de cuatro factores: su grado de letalidad, su capacidad para encontrar nuevas víctimas, lo fácil o difícil que sea de contener y lo susceptible que resulte a las vacunas.”

“El Ébola es casi absurdamente infeccioso: una sola gotita de sangre no más grande que esta «o» puede contener 100 millones de partículas del virus, cada una de las cuales es tan letal como una granada de mano; pero su potencial destructivo se ve frenado por su torpe capacidad de propagación.”

“El virus de más éxito, pues, es aquel que no mata con excesiva eficacia, de modo que puede circular ampliamente.”

“La pandemia de gripe española de 1918 acumuló una cifra global de decenas de millones de muertos —según algunas estimaciones, hasta 100 millones— no por ser especialmente letal, sino por ser persistente y altamente transmisible. Se calcula que solo mató aproximadamente al 2,5 % de sus víctimas. El Ébola resultaría más eficaz, y a la larga más peligroso, si mutara en una versión más suave que no generara tanto pánico en las comunidades y facilitara que las víctimas se mezclaran con sus desprevenidos vecinos.”

“A veces se dice —solo medio en broma— que la peor iniciativa de la historia desde la perspectiva de la salud fue la invención de la agricultura. Jared Diamond la ha calificado como «una catástrofe de la que jamás nos hemos recuperado». Paradójicamente, la actividad agropecuaria no trajo consigo mejores dietas, sino que, por el contrario, las empobreció casi en todas partes. Limitarse a una gama más reducida de alimentos básicos hizo que la mayoría de las personas sufrieran al menos algunas deficiencias dietéticas, sin ser necesariamente conscientes de ello. Además, vivir cerca de animales domésticos hizo que sus enfermedades fueran las nuestras. La lepra, la peste, la tuberculosis, el tifus, la difteria, el sarampión, las gripes…, todo ello saltó de las cabras, cerdos, vacas y demás directamente a nosotros. Según ciertos cálculos, aproximadamente el 60 % de todas las enfermedades infecciosas son zoonóticas (es decir, de origen animal). La actividad agropecuaria comportó el surgimiento del comercio, la lectoescritura y los frutos de la civilización, pero también nos trajo milenios de caries dentales, retrasos en el crecimiento y mala salud.”

“Se cree que solo en el siglo XX se cobró unos 500 millones de vidas.16 La asombrosa capacidad de infección de la viruela quedó vívidamente de relieve en 1970, en Alemania, cuando un joven turista desarrolló la enfermedad tras regresar de un viaje a Pakistán. Fue hospitalizado y sometido a cuarentena, pero un día abrió la ventana de su habitación para fumarse un cigarrillo a escondidas, y al parecer eso bastó para infectar a otras 17 personas, algunas de ellas situadas a dos pisos de distancia.”

“Oficialmente solo quedan dos reservas de viruela en el mundo, conservadas en congeladores bajo control gubernamental en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos en Atlanta, Georgia, y en un instituto de virología ruso situado en las inmediaciones de Novosibirsk, en Siberia. Ambos países han prometido en varias ocasiones destruir esas últimas existencias, pero hasta el momento no lo han hecho.”

“En 2014, una persona que examinaba una zona de almacenamiento en un edificio de la Food and Drug Administration de Estados Unidos en Bethesda, Maryland, encontró viales de viruela que databan de la década de 1950, pero que todavía eran viables. Los viales fueron destruidos, pero aquel fue un inquietante recordatorio de cuán fácilmente se puede pasar por alto la existencia de ese tipo de muestras.”

“«Lo cierto —afirma— es que, en realidad, hoy no estamos mejor preparados para afrontar un brote que cuando la gripe española mató a decenas de millones de personas hace cien años. La razón por la que no hemos tenido otra experiencia así no es porque hayamos estado especialmente atentos. Es porque hemos tenido suerte».”

“En 2000, un trascendental artículo publicado en la revista Cell enumeraba seis atributos concretos que tienen todas las células cancerosas; a saber: -Se dividen de manera ilimitada. -Crecen sin ninguna directriz o influencia de agentes externos como las hormonas. -Desencadenan la llamada angiogénesis, lo que significa que engañan al cuerpo para que les proporcione un suministro de sangre. -Ignoran todas las señales del cuerpo para interrumpir el crecimiento. -No sucumben a la apoptosis o muerte celular programada. -Se metastatizan, es decir, que se extienden a otras partes del cuerpo.”

“Lo que se reduce, en resumidas cuentas, a la terrible realidad de que el cáncer no es más que nuestro propio cuerpo haciendo todo lo posible por matarnos. Es un suicidio sin nuestro permiso.”

“Las células cancerosas son como las células normales, con la diferencia de que proliferan de manera desenfrenada. Debido a su aparente normalidad, a veces el cuerpo no es capaz de detectarlas y, en consecuencia, no genera una respuesta inflamatoria como haría con un agente extraño. Eso hace que, en sus primeras etapas, la mayoría de los cánceres sean indoloros e invisibles.”

“Vencerlo casi siempre entraña una gran dificultad y suele tener un coste importante para la salud general de la víctima. Cuando se ve atacado, se reagrupa y luego regresa en una forma más potente. Incluso cuando parece derrotado, puede dejar atrás células «durmientes» capaces de permanecer latentes durante años antes de volver a la vida. Y, sobre todo, las células cancerosas son muy egoístas. Normalmente, las células humanas hacen su trabajo y luego mueren bajo demanda cuando otras células así se lo ordenan por el bien del cuerpo; las células cancerosas no: proliferan enteramente en su propio interés.”

“Solo alrededor del 1 % de los cánceres se localizan en el tejido conectivo; estos se conocen como sarcomas.”

“Hoy en día se producen comercialmente más de 80.000 productos químicos en todo el mundo, y, según ciertos cálculos, en el 86 % de los casos no se han comprobado sus posibles efectos en los humanos.”

“Uno de los hallazgos que suscitaron mayor entusiasmo a principios del siglo XX fue el radio, descubierto por Marie y Pierre Curie en Francia, en 1898. Muy pronto se supo que el radio se acumulaba en los huesos de las personas expuestas a él, pero se pensaba que eso era bueno, puesto que la creencia generalizada era que la radiación resultaba totalmente beneficiosa. Como resultado, se añadieron alegremente sustancias radiactivas a muchos medicamentos, a veces con consecuencias devastadoras. Había un popular analgésico que se vendía sin receta, llamado Radithor, elaborado a base de radio diluido. Un industrial de Pittsburgh llamado Eben M. Byers decidió utilizarlo como un tónico y se bebió una botella diaria durante tres años, hasta que descubrió que los huesos de su cabeza se iban ablandando y disolviendo poco a poco como un trozo de tiza bajo la lluvia. Perdió casi toda la mandíbula y varias partes del cráneo mientras sucumbía a una muerte lenta y horrible.”

“Afortunadamente para la posteridad, Alexander era un investigador astuto y diligente, y observó algo que podría haberse pasado por alto: el gas mostaza disminuía drásticamente la producción de glóbulos blancos en las personas expuestas a él. A partir de ahí, comprendió que algunos derivados del gas mostaza podrían ser útiles para tratar ciertos tipos de cáncer. Así nació la quimioterapia.”

“«Lo que resulta extraordinario —me decía un oncólogo— es que básicamente todavía seguimos usando gases mostaza. Se han perfeccionado, obviamente, pero en realidad no son muy distintos de lo que los ejércitos se lanzaban unos contra otros en la Primera Guerra Mundial».”

“Una significativa proporción de las muertes por cáncer infantil no se producen a consecuencia del cáncer en sí, sino de los tratamientos para combatirlo. «Hay muchos daños colaterales —me explica Josef—. Los tratamientos no afectan solo a las células cancerosas, sino también a muchas células sanas».”

“Según el médico y autor Jerome Groopman, a la mayoría de los facultativos estadounidenses les «preocupa menos la curación [de sus pacientes] que la posibilidad de que les demanden o el deseo de maximizar sus ingresos».”

“«El sobretratamiento de una persona es el flujo de ingresos de otra». La industria farmacéutica también tiene mucho que explicar en este asunto. Es habitual que las farmacéuticas ofrezcan generosos incentivos económicos a los médicos para que promocionen sus medicamentos.”“

“Algunas compañías pagan a los médicos para que asistan a congresos en centros turísticos de lujo donde hacen poco más que jugar al golf y pasarlo bien. Otras les pagan para que pongan su firma en artículos que de hecho no han escrito o les recompensan por «investigaciones» que en realidad no han llevado a cabo.”

“Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, solo las caídas que sufren las personas mayores cuestan a la economía estadounidense un total de 31.000 millones de dólares al año.”

“Hayflick también descubrió que las células que cultivaba podían congelarse y almacenarse durante un tiempo ilimitado, y, cuando se descongelaban, reanudaban su declive justo en el punto en el que lo habían dejado. Parecía evidente que algo en su interior actuaba como una especie de dispositivo medidor que contabilizaba cuántas veces se habían dividido. La idea de que las células poseen alguna forma de memoria y pueden realizar una cuenta atrás hacia su propio exterminio era tan tremendamente radical que fue rechazada de plano casi por todo el mundo.”

“Digamos de pasada que es un mito que la menopausia se deba al hecho de que las mujeres hayan agotado sus reservas de óvulos: todavía siguen teniendo. No muchos, sin duda, pero más que suficientes para seguir siendo fértiles. No es, pues, el agotamiento de los óvulos lo que desencadena el proceso (como incluso muchos médicos parecen creer). Lo cierto es que nadie sabe a ciencia cierta cuál es el desencadenante.”

“En el caso de quienes han elegido ser enterrados, la descomposición en un ataúd cerrado requiere mucho tiempo: entre cinco y cuarenta años, según ciertas estimaciones; y eso solo en el caso de los que no son embalsamados.”